“El Aburrá es un humilde, un ignorado, un agua sin nombre. Como los buenos y sencillos trabaja en silencio y en la oscuridad, y trabaja ¡Dios lo sabe! Él riega y fertiliza los campos
de esta villa que quiso darle un nombre”.
Tomás Carrasquilla, 1919. El río Medellín era llamado río Aburrá.
EL RÍO MEDELLÍN HA SIDO UN TESTIGO SILENCIOSO DE TODAS LAS TRANSFORMACIONES QUE HA VIVIDO EL VALLE DE ABURRÁ. Esta línea de agua atraviesa el territorio de la ciudad de Medellín y su área metropolitana de sur a norte. Fue un proveedor para las comunidades indígenas, más adelante sería ignorado y quedaría a su suerte como un capricho del paisaje, pero lo más crítico estaba por llegar, durante la transición de pueblo a ciudad, el río Medellín vivió su peor momento y además de olvidado fue convertido en una cloaca que los habitantes despreciaban, su olor fétido daba cuenta de que la vida ya no corría por su cauce, a eso lo habíamos confinado. Por fortuna, cuando estaba a punto de morir, cuando incluso se pensó que su geografía podía ser pavimentada para que el llamado progreso pasara impunemente sobre él, ocurrió un hecho extraordinario, el humilde, el ignorado, el agua sin nombre, como lo llamaría Tomás Carrasquilla, milagrosamente tomó la fuerza de un poseidón y llamó la atención de los habitantes del valle de Aburrá para que entraran en razón y salvaran al agonizante.
Esa voluntad de recuperar el río Medellín es uno de los hechos más importantes de nuestra historia reciente, salvar el río es inyectarle oxígeno al valle, es recuperar la zona central, es regalarse la oportunidad de disfrutar del paisaje que solo la naturaleza puede ofrecer, es darle vida a un corredor que las autopistas no dejaban ver, es recuperar un espacio para socializar y llevar orgullosos de paseo a los visitantes; en fin, el río, como debe ser, regará y fertilizará los campos de esta villa bajo los preceptos de una ciudad moderna que vuelve su mirada a ese espejo de agua.
Hay que defender el río Medellín con vehemencia, entre otras razones porque se trata de la corriente hidrográfica más importante de la ciudad, su nacimiento se da en el sur del valle en el municipio de Caldas, en el alto de San Miguel a una altura de 3.000 metros de altura sobre el nivel del mar, a partir de allí recorre cerca de 100 kilómetros hasta su desembocadura donde recibe el nombre de río Porce. En su camino, el río Medellín recibe las aguas de cerca de 196 afluentes y por ello clasifica como una red hidrográfica de una densidad considerable.
Desde el siglo V antes de Cristo, el valle de Aburrá era habitado por las comunidades conocidas como los aburráes, yamesíes, peques, ebéjicos, noriscos y maníes; estos indígenas eran ante todo guerreros y habitaban los siete cerros tutelares del valle, desde estos puntos estratégicos vigilaban y se protegían de los posibles ataques de otras tribus.
Los historiadores afirman que la actividad económica de los aburráes era la agricultura, aunque también recolectaban frutos del bosque y manejaban algunas especies silvestres en cautiverio. Cultivaban algodón, maíz, fríjol, batata, yuca, raíces y legumbres. “Los indios de esta provincia eran pobres de oro, pero grandes agricultores”, tal como se registra en la Relación de Anserma. Por las anteriores razones, el río Medellín y sus afluentes servían para regar sus cultivos; este recurso natural también permitía cumplir con las faenas de pesca y atender las necesidades básicas de agua que requiere cualquier comunidad.
La historia anota que los españoles vieron por primera vez el valle de Aburrá el 4 de agosto de 1541, es decir, 49 años más tarde del arribo de Cristóbal Colón a las Bahamas. Jorge Robledo avistó un hermoso valle, que los naturales llamaban de Aburrá y los conquistadores bautizaron San Bartolomé, y el cual denominarían más tarde Medellín. De ese fértil valle, al que se refieren los cronistas, un río zigzagueante que atravesaba el territorio debió ser una de las imágenes más llamativas con las que se encontraron los expedicionarios que siguieron rumbo al río Cauca.
Pasarían 75 años, para que un grupo de conquistadores se estableciera en el valle de Aburrá. El 2 de marzo de 1616, Francisco de Herrera Campuzano fundó la población de San Lorenzo de Aburrá, lugar que hoy ocupa el Parque de El Poblado.
Si bien Santa Fe de Antioquia fue la población más importante durante la Colonia, Medellín empezó a ganar protagonismo porque era paso obligado para llegar hasta el río Magdalena y comunicarse con el centro y norte del país. En 1626 comienza la ocupación del valle de Aburrá con gente proveniente de Santa Fe de Antioquia. Los primeros habitantes que se asentaron cerca del río Medellín llegaron en 1646 y ocuparon el ángulo que formaba el llamado río Aburrá y el riachuelo de Aná, hoy quebrada Santa Elena.
En 1826, Medellín fue designada capital de Antioquia, pero más que ciudad era un poblado grande de calles empedradas que había crecido sin planeación. Vivir cerca del río Medellín era estar condenado a las inundaciones y con ello a las plagas, de allí que los habitantes fueran alejándose cada vez más de su cauce.
En 1846 se construyó el puente de Colombia, primer puente dentro del territorio de la ciudad y que fue posible gracias a un auxilio nacional ofrecido por el entonces presidente Tomás Cipriano de Mosquera. El segundo puente sobre el río fue el de Guayaquil y este se erigió entre 1878 y 1879..
El arquitecto, crítico de arte y curador Alberto Sierra expresa: “Estamos librándonos de un pecado gravísimo que cometimos al despreciar el río, y esto nos tomará décadas”.
En igual sentido opina el arquitecto y urbanista Luis Fernando Arbeláez: “Yo creo que volver al río es un reto que tienen todas las ciudades en el mundo, volver al agua, mirarla e incorporarla al paisaje urbano es imperativo”.
Durante los primeros cincuenta años del siglo XX, Medellín se convirtió en un centro de poder político y económico, se contaba con el paso del ferrocarril, existía la proximidad a fuentes de agua para la generación de electricidad, y tal vez lo más importante, se tenía el espíritu emprendedor del pueblo antioqueño que convirtió a Medellín en un eje industrial, económico y financiero.
Todo esto ocurría mientras tenía lugar el primer referente de planificación urbana llamado “Plano Medellín Futuro” y el cual fue realizado en 1913 mediante una convocatoria de la Sociedad de Mejoras Públicas. El segundo referente, y el más significativo, como modelo específico de planificación y ordenamiento urbano para Medellín, es el Plan Piloto realizado entre 1948 y 1952 por los arquitectos europeos José Luis Sert y Paul Lester Wiener. Este plan proponía, entre otros desarrollos, la canalización del río y la articulación de la ciudad en torno a él. Sin embargo, la ausencia de una legislación en materia de urbanismo y el desbordado crecimiento demográfico que tuvo Medellín, en especial entre los años 1950 y 1980, no permitieron que el plan se cumpliera a cabalidad, y por ello, nuevamente, el valor del río Medellín no fue dimensionado.
Hernando Gómez, ingeniero, urbanista y quien trabaja con el Grupo Argos en el programa “Transformación de Ciudades”, resume muy bien el desenlace del río Medellín:
“Era lógico que en su momento Sert y Wiener plantearan que la industria debía estar sobre el margen del río, de un lado porque los habitantes ocupaban otras zonas de la ciudad, también porque la industria además de verter sus procesos al agua, la necesitaba para las maquinarias industriales. Pero Medellín comienza a cambiar y alguien tenía que decir que los ciudadanos debían acercarse al río. Pues bien, el primer Plan Parcial que avizora que había que cambiar los temas industriales a ser habitacionales fue el Plan Parcial Gran Manzana Simesa, hoy conocido como Ciudad Del Río, esto hay que reconocerlo como un hito histórico en la vocación de las tierras”.
Después de recorrer la anterior historia, confirmamos que el río Medellín fue en principio proveedor y luego pasado por alto y hasta saqueado, pero él continuó, aunque débil, atravesando con dignidad nuestro valle de Aburrá, hasta que instituciones, empresarios y ciudadanos iniciaron gestión para salvarlo.
Siglos de olvido no se recuperan fácilmente, pero se empiezan a tomar determinaciones contundentes para que nuevas generaciones gocen, si bien no de un río con su belleza original y con especies acuáticas, por lo menos de un río sano, que permita dignificar el paisaje y disfrutar su vecindad.
En esta línea, Fabio Antonio Ramírez afirma que en 1979 el primer trabajo artístico de los arquitectos que forman el Grupo Utopía fue La Ruta del Río.
“Nuestra propuesta fue volver a mirar al río como un eje de la ciudad, como algo que ya estaba mucho antes que nosotros. Fue el río el que pasó y determinó las condiciones del valle de Aburrá y los cerros Volador y Nutibara, todo eso es un evento mágico que se genera gracias a un río que cruza un valle”.
Medellín fue la primera ciudad de América Latina en definir y financiar un plan de recuperación para su río más importante. Fruto de esa planificación es el “Programa de saneamiento del río Medellín y sus quebradas afluentes”, un compromiso asumido por EPM desde el año 1985, es así como hace más de tres décadas se gestiona la recuperación del medioambiente y la calidad de vida de la ciudad.
Dicha planeación tuvo su primer fruto en mayo del año 2000 cuando entró en operación la planta de tratamiento de aguas residuales San Fernando. Empresas Públicas de Medellín construyó esta planta donde se tratan cerca del 20% de las aguas residuales generadas en el sur del área metropolitana del valle de Aburrá, provenientes de los municipios de Sabaneta, Envigado, Itagüí y La Estrella, y en un futuro Caldas.
Federico Restrepo Posada, director de Planeación de Medellín (2004-2007) y gerente de Empresas Públicas de Medellín (2008-2011), opina:
“Desde que la ciudad de Medellín se fundó, creció dándole la espalda al río, era la cloaca de la ciudad. Lo mismo hicimos con la quebrada de Santa Elena que alguna vez decidieron taparla como una especie de vergüenza urbana porque esta quebrada pasaba por todo el centro”.
Y añade:
“No podemos seguir dándole la espalda al río, por fortuna esta fuente hídrica de la ciudad es tratada actualmente para evitar que las aguas contaminantes y residuales lleguen de manera directa, y eso es lo que EPM está haciendo en las plantas de tratamiento”.
Existe otro hito en la recuperación del río Medellín y es la construcción de una planta de tratamiento tres veces más grande que San Fernando, esta es la planta de tratamiento de aguas residuales Bello e Interceptor Norte. El proyecto, liderado también por Empresas Públicas de Medellín, calcula que a partir de diciembre del año 2016 recibirá diariamente cerca de 120 toneladas de materia orgánica proveniente de las aguas residuales producidas por la industria, el comercio y las viviendas, para someterlas a procesos biológicos, químicos y físicos y devolverlas tratadas al río Medellín.
El reto consiste en que el río Medellín supere los niveles de oxígeno disuelto que son aceptados mundialmente como indicadores de ríos descontaminados.
A largo plazo y con el mismo propósito de tratar las aguas residuales del valle de Aburrá, el “Programa de saneamiento del río Medellín y sus quebradas afluentes” contempla la construcción de otras dos plantas, que estarían localizadas en los municipios de Girardota y Barbosa, al norte del valle de Aburrá. El reconocido arquitecto Rafael Obregón opina sobre la importancia de recuperar el río:
“Si el río, que más que un río era una cloaca, se llega a reconvertir, es un espacio maravilloso para la ciudad. No es que el río Medellín se tenga que parecer al Sena, sino que se podrá gozar de un espacio muy grande para el esparcimiento”.
Pero los esfuerzos de EPM no podrían dar resultado si no están acompañados de las inversiones en infraestructura ambiental y los protocolos aprobados por los industriales que se han beneficiado del río Medellín. Si bien ya se tiene vigilancia sobre todo el corredor del río, hay que resaltar que uno de los aportes cruciales que realizó el Plan Parcial Gran Manzana Simesa beneficia al río, muy especialmente en este sector.
Sobre los beneficios de esta experiencia, Juan Carlos Walter, vicepresidente de Holasa, empresa que desde la década de 1960 opera en el sitio que antiguamente se conoció como la avenida de los Industriales, recapitula:
“Para permitir la permanencia de la industria en el nuevo plan parcial se tenían que definir unas reglas del juego, y esas reglas del juego era lo que llamamos la sana mezcla de usos a la cual acompañamos de un protocolo, el cual denominamos Protocolo Ambiental”.
En el tema específico del respeto industrial por el medioambiente añadió:
“En el protocolo ambiental medimos como línea base el que las condiciones imperantes a nivel de efectos ambientales no se podían desmejorar y tomamos entonces una foto. Esa línea base se dejó registrada de tal forma que fueran medibles en cualquier momento y que si alguien fuera a salirse de ese nivel tuviera unas medidas para cómo cuantificar si se está desviando o no, ya llevamos desde el 2006 hasta el 2015 y no hemos tenido problemas con el factor ambiental”.
Los expertos en urbanismo recomiendan que una ciudad como Medellín, con un valle profundo y rodeado de montañas, no debe seguir creciendo hacia las laderas. Con sus casi tres millones setecientos mil habitantes, contando con el área metropolitana, debe redensificarse hacia el centro, máxime cuando dispone de un territorio plano dotado con todas las instalaciones de servicios públicos.
En este aspecto, Ciudad Del Río se convierte en un hito de desarrollo urbanístico porque tuvo la visión y la capacidad para dejar viva la operación de las industrias y a su vez reconvertir sus terrenos en otros usos como espacios públicos para la cultura y el deporte, zona habitacional y oferta de servicios. Esta apuesta por el río Medellín a la que se le ven sus bondades una vez se materializó, era no solo impensable, sino que se le auguraba muy poca viabilidad quince años atrás. Para el año 2000 todos estaban de acuerdo que había que salvar al río, pero de ahí a vivir y trabajar cerca de él había una distancia muy grande. ¿Quién quería estar cerca del río si ya su paisaje no convocaba?, pues bien, existen dos grandes hitos que en un formato casi que piloto demostraron que no solo era posible estar cerca del río, sino que era indispensable. Uno de ellos fue desarrollar proyectos de vivienda cercanos a él, un riesgo para sus inicios monumental, y otro fue la construcción de la sede de la dirección del Grupo Bancolombia en sus orillas. Es necesario hacer justicia y afirmar que ese Plan Parcial que permitió la convivencia de vivienda con industria y la apuesta del Grupo Bancolombia sentaron las bases de muchas de las determinaciones que se tomarían en los futuros Planes de Ordenamiento Territorial para Medellín y sobre todo le darían más oxígeno al futuro del río Medellín.
Le dimos la espalda al río cuando se convirtió no solo en un corredor industrial, sino cuando las vías rápidas no permitieron disfrutarlo, así mismo porque se quiso borrar del paisaje, por ello el desafío, tal como lo plantea Ximena Covaleda, coordinadora del Centro de Estudios Urbanos de la Universidad EAFIT, es:
“Medellín va a ser una ciudad muy especial porque va a tener un parque que podremos recorrer, que podremos cruzar transversalmente de un lugar a otro, podemos tener unos buenos espacios públicos, con actividades en el primer piso, con una mezcla de usos; si se sigue pensando coherentemente puede ser una ciudad muy atractiva y muy bonita”.
Un río bien administrado es una bendición para cualquier ciudad, tal como lo afirma Hernando Gómez:
“Indudablemente todas las ciudades del mundo están volviendo a los ríos, o rías como dicen en Bilbao, o brazos del mar. Les puedo mencionar casos exitosos de volver al río como en Barcelona, Bilbao, Nueva York y Madrid”.
Además, porque, como lo señala Gómez, son apuestas cercanas en el tiempo:
“Estoy hablando de hace veinte años hacia acá, existe en el mundo entero el fenómeno de volver a los ríos para entregárselos a la gente, primero con sistemas de transporte limpios y segundo con áreas de esparcimiento para que la gente pueda permanecer y caminar por estas áreas”.
El río Medellín tomará su cauce porque a pesar de tener una historia llena de recodos y plagada de decisiones que lo han erosionado, su imponencia y fidelidad con las que sigue atravesando el valle nos obligan a mirarlo con otros ojos, nos invitan a rescatarlo y buscarlo como un buen vecino. No solo es posible, sino imperativo salvar al río si queremos disfrutar de un nuevo escenario y construir a Medellín como una ciudad que entiende la filosofía del siglo XXI, donde se promueven ciudadanos respetuosos de la ecología que buscan armonizar con la naturaleza.
El río es fuente de alimento, se utiliza para el riego de cultivos, pesca y es proveedor invaluable de agua para las comunidades indígenas del valle de Aburrá.
En 1646 algunos pobladores se trasladan a vivir entre un recodo del río Medellín y la quebrada Santa Elena que era conocida como el riachuelo de Aná.
Las inundaciones del río Medellín producen plagas y por ello los habitantes se alejan de su cauce. Se construye en 1846 el puente Colombia que fue el primero que tuvo la ciudad. El segundo puente sobre el río fue el de Guayaquil y este se erigió entre 1878 y 1879.
Se canaliza el río Medellín. El Plan Piloto de ordenamiento urbano realizado entre 1948 y 1952 por los arquitectos europeos José Luis Sert y Paul Lester Wiener propone la canalización del río y su articulación con la ciudad. Sin embargo, el río se utiliza por la mayoría de los ciudadanos e industriales como lugar de desechos convirtiéndolo en una cloaca.
Los ciudadanos, las entidades públicas y la empresa privada adquieren conciencia de la importancia del río Medellín. Se gestionan obras para su recuperación y saneamiento, también se producen hechos concretos para retornarle su protagonismo en el paisaje del valle de Aburrá.
Se inaugura la planta de tratamiento de aguas residuales de San Fernando para atender el sur del río. Empresas Públicas de Medellín, EPM./p>
Los acuerdos obtenidos con los industriales del Plan Parcial Gran Manzana Simesa benefician la vida del río en este sector. Este plan se convierte en una de las iniciativas de la empresa privada que marcan un hito en su recuperación.
El Grupo Bancolombia, uno de los cinco grupos económicos más importantes de Colombia, inaugura su sede de la dirección general a la orilla del río.
La Alcaldía de Medellín inaugura la primera etapa de Parques del Río Medellín, un proyecto inspirado en la recuperación del valle hídrico de la ciudad de Medellín, la recuperación ecológica y la conectividad transversal del espacio público.
Entrará en pleno funcionamiento la planta de tratamiento de aguas residuales Bello e Interceptor Norte. Empresas Públicas de Medellín, EPM.
Este es un valle estrecho y el río es el eje, así que si uno quiere estar en el centro de la acción se tiene que acercar al río.
Jorge Londoño Saldarriaga.Las grandes ciudades protegen a sus ríos y nosotros tenemos que hacer todo lo necesario para que el río se convierta en un espacio público agradable.
J. Mario Aristizábal.Si el río, que más que un río era una cloaca, se llega a reconvertir, será un espacio maravilloso para la ciudad.
Rafael Obregón.Independiente del compromiso del protocolo ambiental, nosotros siempre tenemos que cumplir las normas de vertimiento de aguas.
Juan Carlos Walter.Ahí donde es Ciudad Del Río debió ser el meandro más bonito del río Medellín, por ahí debió pasar el río en sus curvas.
Alberto Sierra.En otras ciudades del mundo uno ve que la vida sucede de cara al río, y aquí pasan días y semanas sin que uno tenga contacto con el río Medellín
María Mercedes González.Solo entendimos qué significaba un río cuando tapamos la quebrada de Santa Elena.
Luis Fernando Arbeláez.Nos estamos perdiendo de un río integrado a la ciudad.
Giovanna Spera.